Las ideas son el fruto de su pensamiento. Pero deben ser preparadas y puestas a trabajar para que tengan valor.

1. No deje escapar sus ideas.

Escríbalas en el acto. Cada día multitud de buenas ideas nacen solo para morir rápidamente a causa de que no han sido clavadas en el papel. La memoria es un débil esclavo cuando se trata de preservar y nutrir los tizones ardiendo de las nuevas ideas. Lleve consigo una libreta o varias tarjetas. Cuando tenga una idea anótela. Las personas con pensamientos fértiles, creativos saben que una buena idea retoña en cada momento, en cualquier lugar.

2. Pronto, revise sus ideas.

Alinéelas en una hilera activa. La hilera puede ser un gabinete o el cajón de un escritorio. Una caja de zapatos sirve, pero construya una hilera y luego examine su almacenaje de ideas regularmente. Cuando vuelva sobre sus ideas alguna por buenas razones, no tener valor alguno. Líbrese de ella. Mas hasta donde una idea contenga alguna promesa, guárdela.

3. Cultive y fertilice sus ideas.

Haga luego que crezca. Piense en ello. Ligue la idea a otras relacionadas. Lea alguna cosa en que de algún modo pueda encontrar lo que en cierta forma emparente con su idea, investigue todos los ángulos. Entonces, cuando el tiempo está maduro, aquello puede trabajar para usted, su ocupación o su futuro.

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Tomado del libro – La magia de pensar en grande de David J. Schwartz